viernes, 19 de octubre de 2012

El "DELITO" DE SER INMIGRANTE ILEGAL



Por Martín Loredo Márquez
 PERIODISTA

Nuevamente vemos en la primera plana de los medios de comunicación el tema de inmigración, un tema espinoso tanto en EE.UU. como en los diferentes países de donde proceden estas personas, que en su gran mayoría lo único que buscan es mejorar su situación económica y la de los suyos, frente a las pocas oportunidades que se presentan en sus países de origen.

Redadas por parte de “la migra” en los centros de trabajo, o durante las primeras horas de la mañana en los apartamentos, retenes en las salidas de los freeways son algunas de las “tácticas” que utiliza el servicio de inmigración de los . para capturar a quienes cometen el delito de estar sin documentos legales.

Una situación envuelta entre promesas de campaña presidencial de legalización que se quedan en el olvido o rezagadas porque existen otras “prioridades”, ignorando así las certificaciones de encuestas y análisis de expertos exaltando el significativo aporte que la economía estadounidense obtiene de la mano de obra inmigrante; la cual es explotada, de diversas formas, y por si fuera poco se promueven leyes inhumanas como es el caso de Arizona, que se ensañan principalmente con los hispanos y poniendo de manifiesto la xenofobia que paradójica mente existe en una nación fundada precisamente por inmigrantes.

Ya capturados, “los ilegales”, son recluidos en incómodos cuartos donde no hay más que uno o dos servicios higiénicos para realizar sus necesidades fisiológicas, frente a más de 70 personas que esperan el momento de la dichosa entrevista iniciando así largo, humillante y fastidioso trámite de deportación, que va desde traslados por largas horas a diferentes cárceles, encadenados de pies y manos, seguido por fichaje que incluye tomas de fotografías y huellas digitales, entrevistas psicológicas donde tienes que decir que todo está de “maravilla” para que no te clasifiquen como peligroso. El famoso derecho a una llamada que tiene todo detenido no es más que otra fantasía hollywoodense, ya que en realidad depende del oficial a cargo, si es “Buena gente o no”, sin duda alguna, toda una especie de tortura psicológica como para garantizar que no quedes con ganas de volver a cruzar la frontera bajo ninguna circunstancia; este procedimiento me recuerda las imágenes cuando nos presentan en la televisión a sospechosos de actos terroristas, lo cual hace ver la poca diferencia que hacen las autoridades entre una persona sospechosa de colocar bombas, estrellar aviones contra edificios, matar a miles de inocentes, y un inmigrante cuyo “delito” ha sido el cruzar la cada vez más peligrosa frontera con México.

¿Y nuestros gobiernos qué hacen? Mientras algunos desatan tímidas protestas como reacción, otros están enmarañados en un proyecto socialista que no tiene ni pies ni cabeza, caracterizado por la demagogia, y las pretensiones de sus líderes de perpetuarse en el poder a toda costa, socavando los cimientos de la democracia y olvidando a los más necesitados; tanto dentro del país, como a los que hemos vivido el calvario de emigrar y hemos aportado mediante remesas a nuestras frágiles economías.

Es hora que organizaciones, iglesias y gobiernos tomen verdadera conciencia de esta situación y definir de una vez por todas las estrategias a seguir para defender los derechos de la población inmigrante, especialmente la de esos doce millones que están en las sombras y cuyo aporte a la economía de la gran nación del norte y de sus países de origen es indiscutiblemente significativa, pese a estar cometiendo “el gran delito de ser inmigrante ilegal”.